La primera palabra respecto a los blancos que se nos ocurre después de ver esta película dejaría aquí una cierta malsonancia. Y bueno, uno se mira estas cosas... Pero ¿realmente los indios eran tan buenos y los blancos tan malos? ¿Ó estaban más cerca de la realidad los típicos pieles rojas de los típicos westerns, ávidos de sangre y sin escrúpulos? Quizás como tantas veces la realidad esté en la equidistancia de los extremos. Pero ¿qué importa? Arthur Penn sabe perfectamente que su película no es una fotografía exacta de la realidad, sabe que el famosísimo general Custer no era seguramente tan bobo y pagado de si mismo como lo pinta. Lo sabe pero no le importa. Al contrario, quiere que, a base de extralimitar lo caricaturesco, cale profundamente en el espectador la idea de que tal vez la “historia oficial” no sea la verdadera. Y por ello, nos deja una película distinta, con otra mirada, con otra luz, donde los “seres humanos” son los indígenas, donde los que aman las cosas vivas son los llamados salvajes, donde lo ruin habita en los pueblos y ciudades aparentemente “civilizadas” (pistoleros, engañabobos, clérigos glotones, borrachos, etc.). Es muy probable que esa versión no sea la históricamente correcta, pero no podemos dejar de reconocer que plantea el viejo tema de los conflictos raciales americanos con osadía y originalidad. Es significativo que dos de las películas que siempre me impresionaron más fueron Pequeño Gran Hombre y Bailando con lobos. Ambas parten de un planteamiento común y ambas cuentan con dos actores de auténtica excepción como son Dustin Hoffman y Kevin Costner. Y ambas proyectan una luz similar sobre hechos reales de un pasado real (FATHER CAPRIO en filmaffinity.com)
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